La importancia de conocer sobre
la Segunda Guerra Mundial, aun cuando no tenga que ver con la profesión en la
que nos desempeñamos…
Por
Orlando Ruedas Barajas
Estudiante
de la Licenciatura de Derecho
Universidad Humanitas, Campus Del Valle
A
lo largo del siglo XX y hasta nuestros días, diferentes estudiosos han
explorado a fondo cada uno de los aspectos que rodearon este evento histórico
sin precedentes, de tan marcada relevancia que actualmente sigue influyendo
directamente en la organización política, social y jurídica de cada país.
Pero,
¿por qué es importante conocer del tema, aun cuando no pertenezca al área donde
te habrás de desempeñar? Podemos empezar a contestar esta pregunta si pensamos
en la trascendencia de conocer los límites morales a los que el intelecto
humano nos ha permitido llegar.
Y
aunque las analogías podrían ser no muy comunes, analicemos por un momento un
jardín; seguramente notaremos que aquella enredadera a la que se dejó crecer
sin una guía a la cual apegarse, no tuvo el mejor desarrollo; falta armonía en
su estructura, carece de forma y resulta nada agradable a la vista. Pues de
manera similar, esto sucede con una persona que no es expuesta a la comprensión
de un suceso que supera en crueldad a los antes conocidos, ya que si desde niños
no se plantea al razonamiento todavía en formación, los principios éticos y
morales dentro de los que se han de desarrollar, su desenvolvimiento no será el
adecuado, pues el margen de acción y pensamiento al que aspiren, se basará
únicamente en experiencias personales y no las que como especie hemos sido
capaces de lograr.
Mediante
el estudio de la segunda guerra se ha podido observar no un regreso al
salvajismo, pues de salvaje tuvo casi nada, pero sí algo a lo que teme
cualquier población, es decir, a la idea de “institucionalización del crimen”, pues
cuando un Estado ya no sólo observa y tolera acciones que atentan contra la
dignidad humana, sino que las regula, ¿qué podemos esperar entonces del respeto
a las normas más básicas de la convivencia entre iguales? Claro es, que éstas
no existían en la práctica más que para una minoría racial cuyos estándares
imponía la misma sociedad, respaldada siempre por leyes que exigían su
cumplimiento con la advertencia de muerte a quien osara omitirlas.
Ahora,
si bien el análisis se centra en un solo hombre al que se le atribuye ser el
origen de tal catástrofe, resulta más interesante pensar en lo fácil que le fue
a éste manipular a todo un pueblo a placer. Alemania le brindó los medios
necesarios para modificar cuanto quiso y lo siguió hasta el final de manera
fanática. Pero no fue coincidencia, si es verdad que sus dotes de orador y
diplomático ayudaron a Hitler, fueron las circunstancias históricas las que le
colocaron en bandeja de plata su llegada al poder.
El
rencor, el hambre, la desigualdad y un profundo odio hacia la humillación que
el Tratado de Versalles les dejó como legado al finalizar la Gran Guerra, fueron
el combustible que movilizó rápidamente a la población, llegado el tan anhelado
líder al pueblo germano; y así, se implementaron leyes que permitieron acordar
sin más dificultades el ruin destino de millones de personas entre las que se
encontraban niños, mujeres, hombres y ancianos por igual. El pueblo judío se
encontraba en la cima de los perseguidos y acompañados de otras culturas (gitanos,
testigos de Jehová, entre otros) se vieron gradualmente reducidos a una mancha
en la historia de Alemania que había que exterminar.
Y
de aquí parten conceptos nuevos como el “genocidio”; nuevos órdenes
internacionales como las “ligas de naciones” y lo de mayor relevancia a nuestro
entender; el selectivismo cultural como fuente de superación racial continua y
la metódica que permite su perfecta implementación y su respectiva asimilación por
el pueblo. Pues si aquello ocurrió en la que siempre será el ombligo cultural y
tecnológico del mundo: Alemania, pueblos
aún en desarrollo corren el grave riesgo de caer en las mismas circunstancias,
por el simple desconocimiento de la propia historia. Hoy en día, ya está
pasando a “menor” escala, la ignorancia es ahora el arma más poderosa con la
que cuentan estos líderes; y así, aparecerán y caerán nuevos, pero el progreso
y el constante crecimiento ideológico de nuestra raza marcarán el destino de cada
uno de éstos… para bien y para mal.
Sin
duda alguna, éste será siempre un tema presente en la mente de la humanidad y
su discusión estará abierta a nuevas e interesantes interpretaciones, pues
citando tan sólo una de tantas frases, encontramos una que impacta por sí
misma…
“Haber dado el paso al frente y
haber permanecido íntegros, salvo excepcionales casos explicables por la humana
debilidad, es lo que nos ha hecho fuertes. Ésta es una gloriosa página de
nuestra historia que jamás había sido escrita y que no volverá a escribirse. La
orden de solucionar el problema judío es la más terrible orden que una
organización podía jamás recibir. Sabemos muy bien que lo que de vosotros
esperamos es algo sobrehumano, esperamos que seáis sobrehumanamente inhumanos”,
Heinrich
Himmle.
Como
en todos los ámbitos de nuestra vida, sorprende pensar que la posibilidad de
generar un cambio, y en este caso la de evitar una nueva catástrofe, comienza
desde nosotros mismos. Son pequeñas las acciones que repercuten en gran medida
al entorno que nos rodea, pero aún más grande es la satisfacción de saber que
si bien nuestros ascendientes hilaron la más cínica prueba de la crueldad como
peldaño de crecimiento, está en nuestras posibilidades moldear a mano los
cimientos de una inquebrantable sociedad moral.
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