lunes, 29 de junio de 2015

La libertad y el mercado

Por Enric Fernández
Director de Impulso a la Educación
Universidad Humanitas


























“El mercado está en manos de los poderosos, dicen que el mercado es la libertad, pero a mí me gustaría saber ¿QUÉ LIBERTAD tiene en el mercado quien va sin un céntimo?”, J. L. Sampedro.

Podríamos decir que somos libres por tener varias opciones para escoger, sin embargo ¿qué pasa si estamos limitados económicamente o nos definen instrucciones dentro de un marco regulatorio?

En las empresas solemos mecanizar todo: procesos, normas, políticas, metas y objetivos, entre otros, así que cuando se dan instrucciones, el trabajo se convierte en algo mecánico infiriendo que somos libres de hacer o no nuestra labor, claro está, que con el costo de oportunidad que ello implique. Podríamos tomar la decisión de no hacer la tarea que se nos encomendó, sin embargo perderíamos el empleo y ello nos afectaría económicamente el bolsillo. Por lo tanto, limitar nuestra libertad dentro del mercado, es un círculo vicioso que nos sube y baja de inicio a fin.

Retomando la frase de J. L. Sampedro, ¿dónde queda la libertad para aquellas personas que carecen de dinero?, pues si bien, la libertad de cierta manera es tener un sin fin de opciones para escoger, entre menos dinero, ¿menos opciones? y por ende ¿menor libertad?

Definiendo la libertad económica, “es un concepto ideológico, aplicado al campo de la economía de mercado, que proviene del liberalismo económico. En su formulación clásica, por Adam Smith (1776, La riqueza de las naciones), se justifica por la concepción del ser humano como un individuo cuya única motivación es huir del dolor y buscar el placer (hedonismo), lo que le hace conducirse como empujado por una mano invisible hacia el bien común cuando se le deja en libertad.

La teoría supone que su actividad económica se decidirá por la producción o el consumo de aquello que el precio haga más atractivo, guiado por su simple egoísmo sin interferencias del Estado o de coaliciones de grandes intereses que impidan el funcionamiento del mercado libre. De esta manera, la abundancia o escasez de un producto o servicio estimula o retrae su consumo o producción, obteniéndose de forma espontánea la autorregulación del mercado. Esta institución del mercado se presume de existencia natural y respondería al libre juego de la oferta y demanda en libre competencia o competencia perfecta”.*

Ahora bien, del párrafo anterior y desde una óptica al liberalismo, considerando que aquéllos que sobreviven son los adaptados a las condiciones de mercado, a diferencia de las personas que están restringidas en términos económicos, limitan su subsistencia, así que podría decirse que dentro del mercado: es más libre quien tiene más recursos. Esto sin considerar la libertad de pensamiento, como decía M. Gandhi “Mi arma mayor es la plegaria muda”.

Y qué pasa dentro del mercado cuando alguien gana más, teóricamente estamos diciendo que sería más libre, pero si esa persona al generar más recursos propios adquiere mayores responsabilidades: aumentar la familia, incrementar la adquisición de bienes; esto juega un papel importante, pues llegamos nuevamente al punto donde se reduce el ingreso de tener una “libertad económica” hacia una libertad limitada. 

Desde mi punto de vista y reflexionando dentro del ámbito de mercado, parece que la libertad podría ir a la par de la plenitud en términos de consecución de las metas y objetivos de las personas buscando un equilibrio, considerando que el mercado es finito. Un sistema bien planificado nos da certeza y promueve la justicia social, pero en términos de crecimiento económico, social y cultural, limita las libertades individuales y sociales.

Una economía de libre mercado genera inseguridad e incertidumbre futura, promoviendo desigualdad e injusticia social, generando pobreza; en cambio otorga tanto libertad individual como social. Claro, teóricamente todo individuo tiene la libertad de crecer económicamente, pero como se generan relaciones político-económicas muy complejas, los únicos triunfadores son los que tienen alguna ventaja en ese campo, sin dejar a un lado que existe una autoridad central e inercia del mercado.


“El camino hacia la libertad es amargo y siempre es difícil ser libre”, M. Gorvachov.






*https://es.wikipedia.org/wiki/Libertad_econ%C3%B3mica

martes, 23 de junio de 2015

La importancia de conocer sobre la Segunda Guerra Mundial, aun cuando no tenga que ver con la profesión en la que nos desempeñamos…


Por Orlando Ruedas Barajas
Estudiante de la Licenciatura de Derecho
Universidad Humanitas, Campus Del Valle


A lo largo del siglo XX y hasta nuestros días, diferentes estudiosos han explorado a fondo cada uno de los aspectos que rodearon este evento histórico sin precedentes, de tan marcada relevancia que actualmente sigue influyendo directamente en la organización política, social y jurídica de cada país.

Pero, ¿por qué es importante conocer del tema, aun cuando no pertenezca al área donde te habrás de desempeñar? Podemos empezar a contestar esta pregunta si pensamos en la trascendencia de conocer los límites morales a los que el intelecto humano nos  ha permitido llegar.

Y aunque las analogías podrían ser no muy comunes, analicemos por un momento un jardín; seguramente notaremos que aquella enredadera a la que se dejó crecer sin una guía a la cual apegarse, no tuvo el mejor desarrollo; falta armonía en su estructura, carece de forma y resulta nada agradable a la vista. Pues de manera similar, esto sucede con una persona que no es expuesta a la comprensión de un suceso que supera en crueldad a los antes conocidos, ya que si desde niños no se plantea al razonamiento todavía en formación, los principios éticos y morales dentro de los que se han de desarrollar, su desenvolvimiento no será el adecuado, pues el margen de acción y pensamiento al que aspiren, se basará únicamente en experiencias personales y no las que como especie hemos sido capaces de lograr.

Mediante el estudio de la segunda guerra se ha podido observar no un regreso al salvajismo, pues de salvaje tuvo casi nada, pero sí algo a lo que teme cualquier población, es decir, a la idea de “institucionalización del crimen”, pues cuando un Estado ya no sólo observa y tolera acciones que atentan contra la dignidad humana, sino que las regula, ¿qué podemos esperar entonces del respeto a las normas más básicas de la convivencia entre iguales? Claro es, que éstas no existían en la práctica más que para una minoría racial cuyos estándares imponía la misma sociedad, respaldada siempre por leyes que exigían su cumplimiento con la advertencia de muerte a quien osara omitirlas.

Ahora, si bien el análisis se centra en un solo hombre al que se le atribuye ser el origen de tal catástrofe, resulta más interesante pensar en lo fácil que le fue a éste manipular a todo un pueblo a placer. Alemania le brindó los medios necesarios para modificar cuanto quiso y lo siguió hasta el final de manera fanática. Pero no fue coincidencia, si es verdad que sus dotes de orador y diplomático ayudaron a Hitler, fueron las circunstancias históricas las que le colocaron en bandeja de plata su llegada al poder.

El rencor, el hambre, la desigualdad y un profundo odio hacia la humillación que el Tratado de Versalles les dejó como legado al finalizar la Gran Guerra, fueron el combustible que movilizó rápidamente a la población, llegado el tan anhelado líder al pueblo germano; y así, se implementaron leyes que permitieron acordar sin más dificultades el ruin destino de millones de personas entre las que se encontraban niños, mujeres, hombres y ancianos por igual. El pueblo judío se encontraba en la cima de los perseguidos y acompañados de otras culturas (gitanos, testigos de Jehová, entre otros) se vieron gradualmente reducidos a una mancha en la historia de Alemania que había que exterminar.

Y de aquí parten conceptos nuevos como el “genocidio”; nuevos órdenes internacionales como las “ligas de naciones” y lo de mayor relevancia a nuestro entender; el selectivismo cultural como fuente de superación racial continua y la metódica que permite su perfecta implementación y su respectiva asimilación por el pueblo. Pues si aquello ocurrió en la que siempre será el ombligo cultural y tecnológico del mundo: Alemania,  pueblos aún en desarrollo corren el grave riesgo de caer en las mismas circunstancias, por el simple desconocimiento de la propia historia. Hoy en día, ya está pasando a “menor” escala, la ignorancia es ahora el arma más poderosa con la que cuentan estos líderes; y así, aparecerán y caerán nuevos, pero el progreso y el constante crecimiento ideológico de nuestra raza marcarán el destino de cada uno de éstos… para bien y para mal.

Sin duda alguna, éste será siempre un tema presente en la mente de la humanidad y su discusión estará abierta a nuevas e interesantes interpretaciones, pues citando tan sólo una de tantas frases, encontramos una que impacta por sí misma…

“Haber dado el paso al frente y haber permanecido íntegros, salvo excepcionales casos explicables por la humana debilidad, es lo que nos ha hecho fuertes. Ésta es una gloriosa página de nuestra historia que jamás había sido escrita y que no volverá a escribirse. La orden de solucionar el problema judío es la más terrible orden que una organización podía jamás recibir. Sabemos muy bien que lo que de vosotros esperamos es algo sobrehumano, esperamos que seáis sobrehumanamente inhumanos”, Heinrich Himmle. 

Como en todos los ámbitos de nuestra vida, sorprende pensar que la posibilidad de generar un cambio, y en este caso la de evitar una nueva catástrofe, comienza desde nosotros mismos. Son pequeñas las acciones que repercuten en gran medida al entorno que nos rodea, pero aún más grande es la satisfacción de saber que si bien nuestros ascendientes hilaron la más cínica prueba de la crueldad como peldaño de crecimiento, está en nuestras posibilidades moldear a mano los cimientos de una inquebrantable sociedad moral.



miércoles, 17 de junio de 2015

Hablemos de cultura…

¿Sabes qué es el Shin Hanga?



“Kiyosu Bridge,” 1936, Kawase Hasui.

El Shing Hanga (nuevos grabados) fue un movimiento artístico japonés de principios del siglo XX surgido de la voluntad de revivir las xilografías tradicionales *ukiyo-e fusionándolas con las técnicas de dibujo occidentales. Creados durante los períodos Taisho y Showa, los grabados eran a un tiempo modernos y románticos. Los artistas de este estilo usaban el sistema de colaboración original del ukiyo-e, por el cual los artistas, grabadores, impresores y editores se repartían el trabajo.

La denominación “shin hanga” la acuñó  en 1915 el impresor Watanabe Shozaburo (1885-1962). Según se cuenta, se había cansado de reimprimir estampas ukiyo-e antiguas y decidió crear un nuevo estilo artístico que usara las tradiciones del grabado japonés pero que también incorporara dibujos y pinturas de estilo occidental contemporáneo. Paisajes naturales y urbanos, bellas mujeres, actores aves y flores fueron las materias elegidas. Watanabe aunó a artesanos y artistas japoneses y occidentales en un productivo taller de trabajo.

Poco después se inauguraron estudios similares y el movimiento shin hanga se estableció y floreció entre los años 1915 y 1942, para luego renacer brevemente entre 1946 y finales de la década de 1950.


Estilos occidentales. A principios del siglo XX, el ukiyo-e había quedado anticuado y obsoleto debido a las técnicas de impresión en serie. De manera que la idea subyacente al shin hanga era crear xilografías con los métodos perfeccionados para el ukiyo-e entre los siglos XVII y XIX, pero usando las experiencias del mundo occidental para los estilos pictóricos, a la sazón más integradas en Japón.

El estilo perpetuó los temas del ukiyo-e, como los paisajes (fukeiga), las mujeres bellas (bijinga) y los actores kabuki (yakusha-e), si bien sus imágenes bebían del realismo y el impresionismo. Así, a diferencia de las estampas planas y estabilizadas del ukiyo-e, el shin hanga incorporó efectos lumínicos y atmosféricos, colores naturales, contrastes tonales y la perspectiva. Ahora bien, los artistas shin hanga no se limitaron a acatar los planteamientos del arte occidental, sino que los integraron con sus propias ideas y métodos orientales.

Algunas obras eran nostálgicas; en ellas los artistas expresaban su añoranza por el entorno rural y la arquitectura de madera que desaparecía en gran parte del Japón contemporáneo. Las nuevas ideas y la frescura de las composiciones eran inusitadas, al tiempo que técnicamente diestras y precisas en su aplicación. El shin hanga también se conoce como “neoukiyo-e” y en 1921, Watanabe usó el término “shinsaku hanga” (“grabados de nueva factura”) para enfatizar los aspectos creativos de la obra.

Arte Shin Hanga
Artistas shin hanga destacados. Varios artistas shin hanga alcanzaron la fama. El paisajista Hasui Kawase (1883-1957) se unió al grupo shin hanga de Watanabe en 1919. Su obra era atmosférica y onírica, y sus imágenes más celebradas retrataban paisajes nocturnos y nevados. En 1956 fue declarado Tesoro Nacional Vivo por el Gobierno japonés. Koson Ohara (1877-1945) inició su singladura como pintor, pero posteriormente se inclinó por el shin hanga. Retrató sobre todo aves y animales. Ito Shinsui (1898-1972) colaboró con Watanabe durante 25 años, produciendo paisajes e imágenes de bellas mujeres, y se convirtió en uno de los máximos exponentes del movimiento. En 1952, al igual que Kawase, fue declarado Tesoro Nacional Vivo por el Gobierno japonés. Natori Shunsen (1886-1960) también se inició como pintor pero se dio a conocer por sus grabados de actores kabuki. Hiroshi Yoshida (1876-1950) diseñó principalmente grabados paisajistas admirados por su luz y sus colores atmosféricos. Como las obras impresionistas, algunos de sus grabados muestran el mismo tema a distintas horas del día o durante estaciones diferentes. Hashiguchi Goyo (1880-1921) produjo su primer grabado shin hanga en 1915 y durante los siguientes años de su vida creó imágenes de beldades japonesas en poses naturales. Kotondo Torii (1900-1976) también creó imágenes de mujeres bellas y Toshi Yoshida (1911-1995) experimentó con el arte abstracto antes de retomar sus temas predilectos: los paisajes y animales.

Popularidad y declive. Paradójicamente, el shin hanga no halló un gran mercado en Japón. En cambio, durante el siglo XIX el japonismo devino el último grito en Europa y Estados Unidos, y el ukiyo-e se convirtió en un arte codiciado, cosa que hizo que el shin hanga se recibiera con brazos abiertos en Occidente.
Yoshida Hiroshi (1876-1950)

En general, los japoneses consideraban que las estampas ukiyo-e eran producciones en serie comerciales. Watanabe concibió el shin hanga para el mercado japonés, pero fueron los estadounidenses y europeos quienes se dejaron seducir por sus composiciones, figuras y escenas japonesas románticas y evocadoras. En la jerarquía del arte del siglo XX en Japón, los grabados se situaban por debajo de la pintura al óleo y la escultura, de modo que el shin hanga disfrutó de un respeto parejo al de Occidente, si bien en 1921 se celebró la “Shinsaku-hanga Tenrankai” (“Exposición de Nuevos Grabados Creativos”) en Tokio, con ciento cincuenta obras de diez artistas shin hanga. En la década de 1930 se organizaron en Ohio, Estados Unidos, dos grandes muestras de shin hanga. No obstante, con la segunda guerra mundial dibujándose en el horizonte, el Gobierno militar japonés limitó las artes y en 1939 se estableció la Asociación de Arte del Ejército con el fin de encargar y promocionar arte bélico oficial y propaganda relacionada. En 1943, los materiales artísticos se racionaron. El mercado de grabados japoneses declinó y jamás volvió a recuperarse, ni siquiera tras la guerra.



*El Ukiyo-e es el nombre dado a los grabados que se realizaban en Edo, nombre ancestral de Tokio. “Ukiyo”, una palabra budista, alude al “mundo flotante” de las situaciones cambiantes y la palabra japonesa “e” significa “pintura”, de manera que ukiyo-e se traduce como “pinturas del mundo flotante”. El ukiyo-e fue también un movimiento artístico japonés, precursor del shin hanga, donde se aludía a la fugacidad de la vida, refiriéndose al entorno desenfadado y agradable de los barrios de placer, que acogían teatros, restaurantes y casas de té, hallándose lejos de la mundanal vida cotidiana y de la ciudad en expansión.

Arte Ukiyo-e 
Ichiyusai Kuniyoshi (1798-1861) 






Información tomada del libro "50 Cosas que Hay que Saber Sobre Arte", de Susie Hodge, Ed. Ariel.

martes, 9 de junio de 2015

¿Se puede aprender la inteligencia emocional?


Durante décadas se ha venido debatiendo si los líderes nacen o se hacen. Lo mismo ocurre con el debate sobre la inteligencia emocional. ¿Las personas nacen con ciertos niveles de empatía, por ejemplo, o los adquieren como resultado de sus experiencias de vida? La respuesta es que ambas alternativas están en lo cierto. Hay investigaciones científicas que sugieren la existencia de un componente genético en la inteligencia emocional. Estudios psicológicos sostienen que la crianza también desempeña un rol. Quizás nunca se sepa cuánto corresponde a cada cual, pero la investigación y la práctica demuestran claramente que la inteligencia emocional se puede aprender.

Una cosa es cierta: la inteligencia emocional aumenta con los años. Hay una antigua palabra para describir este fenómeno: madurez. Pero incluso con la madurez, algunas personas todavía necesitan entrenarse para mejorar su inteligencia emocional. Lamentablemente, demasiados programas de entrenamiento que tratan de construir capacidad de liderazgo (incluida la inteligencia emocional) son una pérdida de tiempoy de dinero. El problema es simple: se centran en la parte incorrecta del cerebro.

La inteligencia emocional nace principalmente en los neurotransmisores del sistema límbico del cerebro, que controla los sentimientos, los impulsos y los estímulos. Las investigaciones indican que el sistema límbico aprende mejor mediante la motivación, la práctica prolongada y la retroalimentación. Compárese con el tipo de aprendizaje que se produce en el neocortex, que controla la capacidad analítica y técnica. El neocortex se encarga de los conceptos y de la lógica. Es la parte del cerebro que deduce cómo usar una computadora o hacer una llamada de ventas con sólo leer un libro. No resulta sorprendente (aunque sea erróneo) que también sea la parte del cerebro sobre la que se centran la mayor parte de los programas de entrenamiento para mejorar la inteligencia emocional. Mi investigación con el Consortium For Research on Emotional Intelligence in Organizations ha demostrado que, en efecto, cuando dichos programas siguen un planteamiento neocortical, pueden tener incluso un impacto negativo en el desempeño laboral de las personas.

Para mejorar la inteligencia emocional, las organizaciones deben revisar sus programas de entrenamiento para incluir el sistema límbico. Deben ayudar a las personas a romper con viejos hábitos de comportamiento y establecer otros nuevos. Eso no sólo lleva más tiempo que los programas de entrenamiento convencionales, sino que requiere un planteamiento personalizado.

Imagine a una ejecutiva que, según sus compañeros, tiene poca empatía. Parte de ese déficit se refleja en su incapacidad para escuchar, en que interrumpe a las personas y en que no presta real atención a lo que dicen. Para arreglar el problema, la ejecutiva necesita una motivación para cambiar, después necesita práctica y feedback del resto de la empresa. Un compañero o monitor podría ser el encargado de avisarle cuando note que no está escuchando a otros. Entonces, ella tendría que empezar de nuevo y dar una mejor respuesta, es decir, demostrar su capacidad para absorber lo que dicen los demás. También se le podría inducir a observar a otros ejecutivos que saben escuchar y a tratar de repetir su comportamiento.

Con persistencia y práctica, el proceso puede producir resultados duraderos. Conozco a un ejecutivo de Wall Street que buscó mejorar su empatía; en concreto, su capacidad para interpretar las reacciones de las personas y captar sus puntos de vista. Antes de acometer su misión, sus empleados le tenían terror. La gente llegaba al punto de ocultarle las malas noticias. Naturalmente, se quedó estupefacto cuando se enteró de esto. Se fue a casa y se lo dijo a su familia, que tan sólo confirmó lo que había escuchado en el trabajo cuando sus opiniones en cualquier materia no coincidían con las suyas, ellos también le tenían miedo.

El ejecutivo buscó la ayuda de un monitor y comenzó a trabajar en el mejoramiento de su empatía a través de práctica y feedback. Su primer paso fue irse de vacaciones a un país cuyo idioma desconocía. En el extranjero, estudió su reacción ante lo desconocido y su nivel de franqueza hacia personas distintas a él. De regreso a casa, más humilde luego de su semana fuera, el ejecutivo pidió a su monitor que lo siguiera y vigilara durante algunas partes del día, varias veces a la semana, y que le comentase cómo trataba a las personas con puntos de vista nuevos o diferentes. Al mismo tiempo, utilizó de forma consciente situaciones reales para practicar “el escuchar” ideas diferentes a las suyas. Finalmente, hizo que se grabaran en video sus reuniones y pidió a quienes trabajaban con él –y para él– que evaluaran su capacidad para reconocer y entender los sentimientos de los demás. Tardó varios meses, pero la inteligencia emocional del ejecutivo finalmente aumentó y la mejoría se reflejó en su desempeño general en el trabajo.

Es importante subrayar que no se puede desarrollar la inteligencia emocional sin un deseo sincero y un esfuerzo comprometido. No sirve asistir a un breve seminario y tampoco vale comprar un manual de instrucciones. Aprender a tener empatía (interiorizarlo como una respuesta natural a las personas) es mucho más difícil que convertirse en un experto del análisis regresivo. Pero se puede conseguir. “Jamás se consiguió nada grande sin entusiasmo”, escribió Ralph Waldo Emerson. Si tu objetivo es convertirte en un verdadero líder, estas palabras pueden servirte como guía en tus esfuerzos para desarrollar una alta inteligencia emocional.






Información tomada de la revista Harvard Business Review.

lunes, 1 de junio de 2015

Cómo redactar un texto...

La importancia de hacerlo correctamente


La modalidad de comunicación actual hace que todos recurramos cada vez más a la vía escrita para comunicarnos. Los correos electrónicos y las redes sociales son el ejemplo más común, es cada vez más frecuente leer todo tipo de textos que no llegan a un nivel de redacción aceptable, no sólo porque tienen faltas de ortografía, gramática y puntuación, sino también porque que dejan mucho qué desear en cuanto a coherencia y organización de los contenidos.

La importancia de saber escribir correctamente es, en primera, por ser nuestra carta de presentación, sobre todo si alguien no nos conoce y sólo tiene nuestra producción escrita para hacerse una idea de nosotros. Si escribimos de modo confuso, sin fijarnos en la coherencia del texto y sin habernos molestado en corregir las faltas, no sólo no lograremos transmitir claramente el mensaje que deseamos, sino que  daremos la impresión de ser una persona con ideas poco claras y no muy cuidadosa en su trabajo.

En segundo lugar, hay que tener en cuenta que el objetivo de un texto es comunicar algo del modo más claro posible. Las normas establecidas, aunque a veces parezcan difíciles, arbitrarias o innecesarias, están para contribuir a que nos entendamos unos con otros. Todos conocemos ejemplos de comas que pueden cambiar el sentido de una frase, algo tan común, como un texto mal puntuado, por ejemplo, puede dar lugar a equivocaciones de gran magnitud.

Así que si deseas mejorar tus habilidades escritas, a continuación te proporcionamos algunos puntos a tomar en cuenta para aprender a redactar lo más claro posible.

Características básicas de un texto

Un factor decisivo para poder comunicarnos correctamente de manera escrita son el destino del mensaje, el propósito de éste y la clase de auditorio o receptor al que va dirigido; así como una adecuada selección del léxico que se va a utilizar, lo cual no sólo permitirá lograr precisión, sino que comunicará claramente las ideas que deseamos transmitir.

Al elegir las palabras que vamos a emplear en un escrito, deben tomarse en cuenta tres factores principales:

  • El tema a tratar.
  • El o los destinatarios.
  • La intención y situación comunicativa.
Verificando también que tengan tres propiedades fundamentales:

  • Precisión (emplear las palabras correctas).
  • Variedad (utilizar amplio vocabulario).
  • Adecuación (definir palabras técnicas o desconocidas para el lector).
Es decir, si lo que se va a redactar es una noticia, será necesario hacer una búsqueda de las palabras o de los términos especializados que se van a emplear en el tema, para así adecuar el léxico a los destinatarios y al tipo de texto; o sea, que si estás escribiendo para un lector no especializado en la materia, habrá que explicarle el significado de ciertas palabras, abreviaciones o términos, sin olvidar lo conveniente de variar las palabras para no ser repetitivos (empleo de sinónimos).

Ya concluida la redacción del texto o documento en cuestión, es fundamental llevar a cabo una revisión final, con lo cual se podrá checar que contenga una correcta cohesión (unión y relación de sus diferentes partes), coherencia (que la organización y estructura de la información sean pertinentes), así como una correcta ortografía (incluyendo signos de puntuación), sin la cual el propio sentido del texto podría cambiar por completo.

Cómo empezar a redactar

Es importante recordar que el proceso de escritura en general, es el acopio de información y ordenación de las ideas, expresando pensamientos y conceptos en composiciones coherentes y creativas, con una introducción (inicio), un desarrollo (cuerpo) y una conclusión (cierre).

Para realizar el acopio de la información a tratar, primero es necesario recopilarla de una o varias fuentes, según sea el caso, o llevar a cabo una investigación más profunda mediante extracción de números, datos, porcentajes, encuestas, entrevistas, etc., para ya teniendo a la mano la información general, podamos extraer el contenido específico que requerimos transmitir en el texto.

Jerarquía y orden de ideas

Para dar jerarquía y orden a los datos que queremos plasmar en el texto, es fundamental responder a las premisas básicas qué, quién, cómo, cuándo, dónde, por qué… para así poder ordenar las ideas y párrafos de nuestro texto conforme a la importancia de lo que requerimos transmitir. Teniendo contestadas estas premisas, podremos dar orden a las ideas que ya tenemos, de acuerdo a la prioridad de lectura que queremos darle, proporcionándole legibilidad e intención comunicativa al contenido final, sin olvidar a quién va dirigido.

En general, redactar un buen texto conlleva dedicación. Hay personas que cuentan con entrenamiento y conocimientos suficientes como para escribir un texto más especializado. Pero para los que redactan textos más cotidianos, como los correos electrónicos, sería bueno tener una disciplina de autocorrección, como revisar los textos una vez escritos y, en caso de dudas, recurrir a fuentes de referencia (diccionarios, manuales de normativa, etc.). Esto no sólo mejorará la calidad de ese texto en particular, sino que poco a poco contribuirá a mejorar el nivel general de nuestra redacción.

Así que ya no es necesario sentirse mal por no saber escribir correctamente. Como ocurre con cualquier habilidad, a través de estudio, práctica y capacidad de autocrítica, podemos mejorar. ¡Sólo hay que tener interés y buena disposición!